Para quienes creemos que este Universo está regido en base
a una organización espiritual y energética, este momento en el tiempo reviste
una importancia trascendental.
Constantemente se hace referencia a cambios en la
estructura energética del planeta, lo cual influye en todos sus niveles, en
todos sus aspectos, en cada una de las formas en que la vida se manifiesta
sobre él.
Para quienes creemos además que la estructura de los
movimientos en el Cielo da cuenta también de los cambios en la Tierra, y que el
microcosmos humano expresa —de forma variada y caleidoscópica— los cambios del
macrocosmos del que forma parte inseparable, la Astrología actual tiene mucho
que explicar, mucho que ofrecer, para que nuestras conciencias – y con ello
nuestras emociones, nuestras acciones, nuestras relaciones – entren en afinidad
y afinación con las circunstancias que atravesamos.
A la vez, no es necesario pensar astrológica o
espiritualmente para observar que todo se mueve a nuestro alrededor. Los
cambios que vive la humanidad se expresan en todas las áreas, desde la
telúricas a las culturales, en lo científico y en lo político, en lo artístico,
en lo productivo, en las relaciones familiares y sociales… Nuevas propuestas y
nuevas formas sacuden las estructuras conocidas, antiguos poderes se ven
desafiados por el reclamo del cambio, y lo nuevo no siempre se presenta
golpeando a las puertas con amabilidad.
Todo cambio debe enfrentarse, necesariamente, con un
movimiento de oposición: la resistencia al cambio. Ocurre a nivel individual
tanto como social. Ocurre incluso a nivel físico —el principio de inercia—, y a
nivel energético —la danza de las polaridades—. Mientras aún vivamos en esta
realidad dual, este parece ser el modo de los procesos: el enfrentamiento de
dos polos en los cuales se resolverá la tensión (provisoriamente, claro) por
“triunfo” de uno sobre otro, o por integración o complementariedad.
Se dice que el gran cambio se relaciona con una
elevación del nivel de vibración en lo macro (cambio en el patrón vibratorio
del planeta) que requiere la alineación de toda forma de vida sostenida desde
esta estructura vibratoria, a la que también se alude como “Rejilla”. Esto hace
que lo que no puede vibrar de manera afín con los nuevos patrones deba cambiar,
entre en crisis o desaparezca.
Nosotros, los seres humanos, vibramos físicamente
(esto es detectable en cada una de nuestras células) pero también vibramos en
función de nuestras emociones y nuestro estado de conciencia. Y cada uno de
nosotros es importante y responsable de su nivel de vibración. Nadie es una
entidad aislada y exclusivamente independiente. Y nadie puede abstraerse en
forma total de lo que vibra a su alrededor. Así, cada cambio personal nos
afecta “internamente” y afecta a nuestro entorno, que devuelve una nueva
vibración o estímulo, generándose un círculo que puede ser vicioso pero también
virtuoso. Este parece ser un momento en el cual nuestro poder personal puede
recibir un input de crecimiento, de
expansión considerable. Quizás tengamos a nuestra disposición más energía,
entusiasmo y deseos de crecer, de crear y de expandirnos, como si surgiéramos
de años de agobio o de estar abocados a resolver viejos temas pendientes. Algo
nuevo puede venir.
La energía disponible en este momento y para este
año ayuda a remover viejas estructuras y obstáculos para que podamos dar forma
a cosas nuevas, realizar sueños, ir hacia lo que queremos ser. Es también una
energía conmocionante, y llegará probablemente de manera imprevisible,
probablemente en alguna relación con nuestro estado de Ser. No como premio o
castigo, sino como lo necesario para crecer.
Como dice Lee Harris, en su artículo sobre Febrero
2011 (disponible en "El Manantial del Caduceo"), este es un momento de
“tormentas y dones”. En general podríamos decir que nuestra vida oscila entre
unos y otros. Pero en este momento parece propiciarse la presencia de cada uno,
que a veces se presentan juntos.
El mensaje para este momento es estar en contacto
con uno mismo, tener momentos de reflexión, meditación o conversaciones que
ayuden a estar concientes de las propias necesidades, de lo que el Alma pide y
sugiere desde lo más profundo. Confiar en mejorar y propiciar, una en una, las
distintas áreas de nuestra vida, aprovechando los vientos favorables. Hacerle
lugar a la alegría y la creatividad, empezando por las cosas pequeñas. Como
escribió Saint-Exupery en “El Pricipito”, referido a los baobabs, “Todo lo que
es grande, empieza por ser pequeño”.
Y en relación a los otros, conocidos y desconocidos,
habituales y ocasionales, no engancharse con la ira, la confusión, el desborde.
Propio y ajeno. Preservar espacios de serenidad y paz, dentro y fuera. Moverse
desde el amor, que es lo que da la fuerza para sostenerse ante las
desavenencias y sufrimientos… del amor.
Para ampliar estos temas, puedo recomendarles dos links
donde hay mucho material interesante. Algunas cosas les resonarán más que
otras. Ustedes eligen. Espero que encuentren palabras luminosas para el camino
Con amor
Silvia Judit
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