¿De
qué depende estar o sentirse bien?... En
realidad, no tengo ninguna certeza, pero sí algunas hipótesis.
A veces pienso que es una cuestión de
destino: los cielos se mueven y nuestras almas con ellos, y así es que por
momentos nos sentimos entusiasmados y livianos, y por momentos sufrimos pasando
por situaciones verdaderamente desafiantes y dolorosas. Otras veces me parece
que depende de circunstancias externas, concretas, que pueden confabularse —a
favor o en contra— para que uno se sienta de determinada manera.
A menudo pienso que estar bien depende
de un trabajo honesto y profundo sobre uno mismo. (¡Soy terapeuta, debería
saberlo!)
Entonces, ¿de qué depende que nos sintamos
bien?
Muy a menudo creemos que depende de la presencia o el trato
de otras personas. ¡Qué esclavitud! Para los otros, y para nosotros mismos.
Lo que voy a decir quizás parezca una
obviedad, aunque sería una de esas que olvidamos frecuentemente: sentirse
bien depende, esencialmente, de cuán bien se siente uno consigo mismo... Cuánta
simpatía sentimos por nuestra propia persona, cuánto tenemos para reprocharnos,
qué pensamos y sentimos al mirarnos al espejo...
Lo que recordamos, ¿lo recordamos con resentimiento?
¿con vergüenza?... ¿con culpa?
Sentirse bien con uno mismo depende muy
especialmente del modo en que uno enfrenta sus conflictos, sus errores, sus defectos... ¿con intolerancia o con paciencia? ¿con negligencia? ¿con
sabiduría? ¿con rigidez? ¿con soberbia? ¿con un exceso de culpa? ... ¿O con
deseos de aprender y crecer?... Eso influye directamente en cuánto siente uno
que puede valorarse y apreciarse, a pesar de no ser perfecto/a…
Sentirse bien tiene mucho que ver con el tipo
de diálogo que tenemos con nuestro propio corazón, las conversaciones que
habitan en el fondo del alma.
El amor de otro puede ayudar a hacer el
proceso de llegar a buenos términos con uno mismo. Pero no puede
sustituirlo. Porque no hay amor de otro que compense la falta de
amor por uno mismo.
Sentirse bien proviene, además, de tener
un sentido en la vida, o al menos, estar
buscándolo (lo que también da un sentido). Una tarea que podamos amar, aún
cuando no siempre sea grata o fácil, una ideología que nutra y oriente la vida
cotidiana, un proyecto creativo que nos alimente a medida que lo alimentamos,
el amor a otros más que el amor de los otros (pero sin excluirlo)… Y tener
tiempo para lo que parece “perder tiempo”, darse permiso para la amistad, el
descanso, la alegría y el juego.
Debemos recordar que sentirse bien es siempre
un estado más o menos pasajero, y que es necesario aprender a surfear sobre las
olas de la vida, que son siempre cambiantes. Y confiar que ese movimiento puede
volver a traernos paz y bienestar aunque de momento parezca imposible.
Sentirse bien, probablemente, obedezca a dos tipos de
factores: los que dependen de uno y los que no dependen de uno. Creo que es
tarea personal (y sabia) hacer que los primeros crezcan más que los otros.
creo que también pasa por la personalidad, el estar seguro de sí mismo, es como una coraza que a veces es fuerte e impenetrable y otras veces se torna permeable ante situaciones externas...quizás buscar el equilibrio entre el interior-exterior y compensar...elijo que el exterior no me abrume (o sí?), busco lo que me haga felíz y me aferro a ello...es un ejercicio diario.
ResponderEliminarCariños, Ro
Me gustó eso de " lo que parece perder tiempo", darse permiso para la amistad..."
ResponderEliminarDespués de todo es eso...nada más ni nada menos...el juego, el descanso,...
Abrazos
Susana