Siempre sentí la necesidad de desarrollarme al menos en dos áreas: la psicoterapia y el arte. No siempre podía vincular todos mis intereses, mis recorridos, y las identidades que se iban despertando en cada experiencia. Sin embargo hoy creo firmemente que nada de lo ocurrido fue casual ni superfluo. Lo espiritual es es el trasfondo, una manera de llamar a Eso inefable que trenza, entreteje, sostiene y da sentido a las cosas. Bendigo cada búsqueda y lo que puedo aprender de vivir... trenzando mundos. Este es un intento de transmitir algo de ese aprendizaje, aún sabiendo que cada experiencia tiene mucho de intransferible.



SILVIA JUDIT LERNER
Contacto: silviajlerner@gmail.com

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REFLEXIONES EN TORNO A DIOS (ESPIRITUALIDAD DE ENTRECASA)

¿Qué tan cerca del paraíso se puede estar? ¿Y cuál es la “actitud correcta” cuando uno está allí? Estoy frente a un paisaje tan hermoso que parece casi irreal. (¿Qué rasgo de carácter es este que la belleza y el bienestar me parecen un sueño?)
Estoy sentada en un jardín de rosas, sobre una alfombra verde, frente a un lago azul cerúleo con destellos de plata. En la orilla de enfrente hay otras lomadas verdes, bordeadas de pinos, alerces, coihues y otros bellos árboles, casitas como de cuentos, y más lago azul después del verde. De la casa llega el olorcito tibio del próximo almuerzo y la música celta con la voz dulce de Loreena Mackeenit. Si alguien quiso establecer una escenografía perfecta, lo logró.
A veces creo que, si hay Dios, si la Energía estuviera personificada de alguna manera, se trataría de un guionista. Algo así como que Dios, en su infinito poder y poderlo todo, tiene que manifestarse permanentemente. Y si tiene alguna conciencia con algún parecido a la humana, en imagen y semejanza, si Dios lo es Todo, Es y Tiene también la condición posible del aburrimiento. Por eso todo el tiempo pasan cosas. Y ni un segundo se detiene la manifestación del ser. Entonces, decía, Dios puede aburrirse pero como es Dios, también tiene la capacidad inmediata de crear las condiciones de Ser que le impiden aburrirse. Y entonces, constantemente, imagina situaciones encadenadas, simultáneas, sucesivas, interconectadas y pluridimensionales, condiciones propicias y necesarias para que lleguen a manifestarse las cosas que se Le ocurren. A veces esas cosas pueden ocurrir dentro de los parámetros de este juego —que tiene sus leyes… y Sus leyes— que llamamos “realidad”. Pero otras veces el argumento obliga a forzar un poco los acontecimientos, y aparecen los efectos especiales. Ahí es cuando lo vivido nos parecen un sueño. O una pesadilla. O un milagro.
Bueno, ya me ha tocado participar en más de una pesadilla o una película de terror en la cual alguien escribía el argumento, y ahora se me obsequia un bello sueño o un grato relato de viaje. He sido convidada a participar de un episodio de buen humor de Dios, de un Dios bucólico.
Ocasionalmente me parece que contacto con cierto sentido del humor divino. Chistes de los que los humanos difícilmente podríamos reírnos. Como cuando un niño levanta una torre de cubos y ríe al derribarlos de un manotazo.
Sí, ya sé, no comparto —lamentablemente— la visión de un Dios que sea absoluto Amor, porque me parece que en ese caso Dios dejaría de ser absoluto. Veo a Dios como un Poder Ilimitado, como la Esencia misma que subsiste en cada una de las cosas, hechos, acontecimientos, inspiraciones y exhalaciones del universo, desde menos de un micrón hasta la mayor de las galaxias.
Dios es el concepto que me permite pensar en un Todo que todo lo abarque. Es mi única referencia conceptual de Completud. ¿Hace falta tal concepto para vivir? Lo ignoro. Se me produce a veces, emerge, surge por propio impulso o necesidad… algo más allá de mi yo, wu wei, algo que simplemente sucede… (Cuando me pongo filosófica las palabras se vuelven a la vez filosas y resbaladizas y deseo atrapar la más exacta y no siempre encuentro la que me satisface del todo, como si me probara muchos pares de zapatos que me gustan y ninguno me calzara realmente.)

Y en este plano de manifestación, parece que todo lo que surge con un signo generara algo de signo contrario. Positivo y negativo.

Pero eso ya es tema para otra reflexión...

ALEGRÍA

SORPRÉNDANSE.
En el sorprenderse está la semilla de la alegría.
La alegría trae bienaventuranza.
Y la bienaventuranza trae gratitud.
Y sólo la gratitud nos confirma en la alegría.

LA PRÁCTICA TRANSPERSONAL, en palabras de KEN WILBER

(...) "Pero también me gustaría apuntar que todos recordemos la importancia de la práctica transpersonal. Nuestra práctica debería ser la meditación, o el yoga, o la contemplación, o el vision quest, o el satsang, o el trabajo espiritual o cualquier trabajo hecho con ecuanimidad.

    Pero, seriamente, debemos practicar. (…) Y la práctica, el paradigma, el modelo ideal de los estudios transpersonales es: meditación o contemplación, no importa el nombre.

    Y así, por favor, ¡practiquen! Dejen que eso les guíe. Y creo que encontrarán, si su práctica madura, que el Espíritu les alcanzará y bendecirá cada acto y palabra y serán llevados mucho más allá de sí mismos y la divinidad resplandecerá con la luz de miles de soles y gloria sobre gloria os serán dadas y estaréis en cada camino como en casa. Y entonces, a pesar de todos vuestros pretextos y objeciones, encontraréis la obligación de comunicar vuestra visión. Y precisamente por eso tú y yo nos encontraremos. Y ese será el retorno ideal del Espíritu a sí mismo." 

KEN WILBER, entrevistado por Frank Visser, 1996

ENERGÍA

La Energía lo es todo. Es Amor, Voluntad e Información. Es esencia , condición y posibilidad de la Creatividad. No es el propósito, pero sí el combustible del Deseo. Alimenta los proyectos y sostiene para llevarlos a cabo. Luz que se convierte en materia. Fuerza que se convierte en hechos.
Sin Energía no podemos luchar por lo que es justo y necesario.
La Energía es Alegría, y Fe, Seguridad y Confianza.
La Energía conecta con la Sabiduría.
Es la fuerza que impulsa, une, combina, dirige, produce, sostiene.
Es todos nosotros y es ninguno.
Y cuando es el tiempo del final, se libera a sí misma de las formas.
Y recomienza Algo.

LOS AFECTOS DE SIEMPRE

  ¿Qué son "los afectos de siempre”?
Los afectos son como seres vivos que también necesitan alimentación y sustento, que crecen y a veces se reproducen, que se comunican o viven en el mayor silencio, que se enferman o se curan, y que además corren el riesgo de morirse. Algunos nacen por accidente, pero no todos. Algunos terminan por accidente. Y otros después de una larga agonía. Algunos parecen buenos, otros malos. Y nunca terminamos de conocerlos por completo.

   Los “afectos de siempre” parecen ser aquellos que sobreviven no sólo al paso del tiempo, sino al efecto de los cambios. Los nuestros, los de los otros, los del mundo que nos circunda.
   Quizás por eso les damos un valor especial: el de haberse sostenido, el de haber sobrevivido, como si eso denotara un valor especial, una fortaleza considerable.
   Y muchas veces así es. Y esos afectos —esos vínculos— se construyen y se deconstruyen, se generan y se regeneran, pasan por crisis, las superan. Y entonces nos alejamos para vernos mejor y volver a encontrarnos. 
Los vínculos están vivos cuando cambian a medida que cambiamos, y el amor se regenera y toma nuevas formas sin perder contenido.


  Pero a veces “los afectos de siempre” quedan simplemente instalados como viejas fotografías que uno conserva aunque se vayan poniendo amarillentas, aunque ya no reconozcamos las caras, los lugares, los momentos. O como objetos cuyo valor y sentido desapareció hace tiempo. Ya no sabemos de dónde vienen,  por qué los conservamos… Y como esos objetos, nos ocupan un espacio.

TENGO QUE...

Un barcito… No tengo ganas de irme… ¿Qué apuro? Y…—aquí debería venir un gesto de “¡Obvio!”— : ¡las cosas pendientes!… que siempre creo urgentes.
¡Qué pocas ganas de irme! Preferiría quedarme acá, donde nadie me pide nada. Al contrario. Yo pido. Pido un café y después otro, una medialuna de manteca, que bajen un poquito la tele… Ponen música. Linda. Tele sin audio. Si no quiero no miro.
Hay épocas en las que me faltan las pausas, sentir que la vida es más un pulso que un esfuerzo sostenido. No hay música posible sin silencios. Una nota interminable es un suplicio.
Muchas veces la noche no parece un blanco, el espacio de descanso, vacío y silencio verdadero. Más bien parece que mientras intento dormir, mi cabeza sigue trabajando, como una maquinita golpeteando y golpeteando. Me recuerda los bracitos de metal de las viejas máquinas de escribir, o el traqueteo de los aparatos antiguos que transmitían en Morse. Y mi cerebro, la tipógrafa loca.
Y me despierto como si la cama fuera de piedra, con frío o con calor, siempre incómoda.

Respiro (siempre ayuda). Me conecto con lo que vino pasando, con lo que siento.
Y me doy cuenta de que iba planeando sobre el mar de las cosas durante varios días, hasta que una situación fea me tiró de un hondazo.
Tengo que volver a remontar vuelo. Sobre las pequeñas frustraciones de la vida, las rasgaduras a la tela del amor, que a veces parece demasiado frágil, demasiado sensible…
Volver a remontar vuelo aunque tenga frío y tenga calor y tenga que ir al banco y a terminar las compras y no tenga ganas de arreglarme las manos. Tengo que… tengo que… tengo que...
Quiero pasar del “tengo que” a la conciencia de lo que tengo. Para poder sentirme agradecida.

En el acto de agradecer lo que se tiene, florece la alegría de tenerlo.

TIEMPO “ÚTIL”, TIEMPO LIBRE… ¿QUÉ ES “LO IMPORTANTE”?...

Como mujer de hoy me enfrento a la necesidad –y muchas veces a la urgencia– de decidir, momento a momento, a qué dedicar mi intención, mi atención y mi energía.
Antes de tener armada una familia propia, el tiempo libre era el tiempo de entregarse a alguna actividad, muchas veces a la producción, fantaseando con una supuesta trascendencia que no tenía, quizás, la menor trascendencia.
Pero ahora, y ya desde hace mucho tiempo, mi vida fue volviéndose cada vez más multidimensional. Como decía Merryl Streep en “Los puentes de Madison”, –y me gusta citar– “cuando una mujer se casa, su vida se llena de detalles”…
Entonces tengo que elegir.
¿Dedico un tiempo más a ver el material o las cartas natales de mis pacientes? ¿Organizo una cena con mis hijas y sus parejas? ¿Salgo a comprar algo para la casa? ¿Me doy un rato más para terminar la escultura o la pintura que estoy haciendo en el taller?... ¿Preparo la propuesta para un nuevo grupo? ¿O pido hora para el dentista antes de que el dolor me obligue? ¿Y una escapada al gimnasio (del que me escapo regularmente)?... También hay que mandar a arreglar ese o aquel aparato. Y muchos llamados telefónicos y mails para contestar. Comprar un regalo de cumpleaños. Y hacer ver la gotera del living… ¿Organizo algo para el fin de semana?... Pero mucho mejor sería sentarme a escribir: mis cuentos ilustrados, los blogs, el artículo que quería terminar… ¡¿Qué?!…
No voy a seguir la lista. Puede ser interminable. Como le pasa a tanta gente.
Y además están las interrupciones. Las de los otros y las mías, que constantemente me interrumpo a mí misma. Suena el teléfono. Una puerta cerrada no alcanza para dividir las conversaciones que quiero escuchar de las otras. ¡Si tan sólo hubiera pedido que no me interrumpieran!.. Pero hay pedidos que me cuesta hacer. Me baso en la fantasía de ser indispensable e insustituible. ¡¡¡UF!!!

Respiro. Me centro. Entonces me puedo sentir…
Hay un espacio interior que es mucho más luminoso y calmo que la multiplicidad que bulle a mi alrededor y en mi mente. Un lugar de silencio donde puedo escucharme. Un lugar de unidad.
Re-cordar es volver a pasar por el corazón. El que siempre sabe pero muchas veces cree que ignora.
Entonces recuerdo: no hay nada importante en sí mismo. Todo es una elección personal que depende de mis propios valores, de mis propios juicios...
Como otros,  tuve que aprender a escuchar a mi corazón, y no sólo revisar mentalmente los libros y códigos que aprendí, tratando de encontrar el capítulo de “Qué es ahora lo importante”...
Palabras, muchas palabras con fuerza de ley pero con un latido ajeno. Argumentos con los que terminaba en una disputa inútil, sólo para comenzar una vez más el mismo circuito.

El tiempo no es el verdadero tirano, no es simplemente un bien escaso y no renovable. Y si lo es,… es.

Cuando recuerdo que se trata –realmente– de elegir y reordenar mis prioridades, me encuentro en una nueva conversación conmigo misma.
Se abre un cielo enorme, a veces oscuro pero lleno de estrellas que ya no necesito consultar acerca de mi destino. Y, una vez más, la mirada vuelve a mi corazón.
Quizás la sabiduría consista en ver lo obvio. Y recordarlo.

Un texto que me acerca Susana Salzamendi a título de Comentario sobre la entrada: (Gracias!)

La palabra china que denota el adjetivo “ocupado” consta de de dos partes: una simboliza el corazón; la otra, la muerte. Así, extrapolando el significado de esta palabra, estar excesivamente ocupado es como tener el corazón muerto. Sin embargo, en nuestra sociedad, estar ocupado es una virtud. Si alguien pregunta: “¿Está ocupado?”, probablemente la respuesta sea: “Sí, no tengo tiempo para nada”. Pero nunca, y aunque sea cierto: “No, en realidad, no tengo nada que hacer”. Acostumbramos a asociar el estar ocupado con el éxito: sólo los fracasados no están ocupados. No obstante, hay gente que, a pesar de estar siempre ocupada, navega a la deriva sin saber adónde ir. (...).Chin-Ning Chu*


*Chin-Ning Chu nació en China, donde estudió filosofía y estrategia. Posteriormente emigró a Estados Unidos y fundó el Instituto de Aprendizaje Estratégico. Es autora de varios libros, entre ellos una versión del Arte de la Guerra, de Sun Tzu, para la mujer. También del best-seller Hacer menos, conseguir más, del que publicamos algunos párrafos.

CHARLA DE GÉNERO O GÉNERO DE CHARLA

Miro por la ventana del bar y la calle es un desfile a la vez público e íntimo.
Pasa un nene chiquito debajo de una enorme mochila colorada, con un ramillete de flores rosadas en la mano. A veces pintaría el mundo, la vida, casi como si fuera una manera de comérmelo. Bebo la vida con los ojos. Y a veces me indigesto.
Además de mirar, escucho. 
Ya hay más gente en el bar. Las conversaciones de la mesa de al lado se infiltran en mi silencio como el humo del cigarrillo ajeno en mi nariz. 
Allí están sentados dos hombres en los que recién reparo. Hablan del cambio de colegio de sus respectivos hijos. Que cómo te resulta el nuevo colegio, cómo te recibieron los padres, los maestros, que sienten los chicos, qué sentís vos...
¿Por qué me sorprende y me enternece este diálogo?... Es como una conversación entre mis amigas, una charla de madres.
Especializándome en Comunicación, me enseñaron que los hombres tienden a hablar de acciones, a pasar reportes, a intercambiar información objetiva. Por contraposición, me enseñaron que las mujeres buscamos rapport y empatía al conversar, y que hablamos especialmente de emociones y sentimientos.
Pero estos hombres, de voz gruesa, corbata y bigotes oscuros se preguntan y se cuentan sobre sus vidas personales, sobre una reciente separación, sobre lo que les pasa interiormente con lo que les está sucediendo exteriormente.
Quizás Deborah Tannen quedó obsoleta y los hombres ya no son de Marte ni las mujeres de Venus…
O los hombres y las mujeres realmente estamos aprendiendo a afinar las partituras de los dos géneros: sentimientos y acción, empatía y resolución.

Para confirmarme, ahora los dos señores están hablando de economía. ©

EN EL DÍA DE LA MUJER

Lo primero que me surge es agradecer a todos los amigos y familiares amorosos, que se comunicaron para desearme un feliz día. Porque… reconozcámoslo: disfrutamos de los saludos de nuestras amigas, pero nos encanta que los hombres se acuerden de nosotras en este día.
¿Y qué recordamos nosotras? En este día en que regalamos y recibimos flores perfumadas o virtuales, textos poéticos con fondos musicales dulces o románticos, cariñosos mensajitos de texto en los celulares, emails relacionados con lo importantes que somos las mujeres en el mundo por nuestra capacidad de amar y cuidar… no puedo evitar recordar que este día fue instituido para conmemorar a mujeres mártires, que murieron defendiendo sus derechos.
Por eso, además de plegarme a la dulzura de la femineidad y celebrar cuando somos la sal de la tierra… quisiera elevar mi voto para que se reduzca para siempre la amargura de muchas mujeres que siguen arriesgándose para defender sus derechos, para que las madres no tengan que criar solas y sin asistencia ni amor a sus hijos, que no haya mujeres castigadas, maltratadas, abusadas, vendidas ni compradas… Que nuestra humanidad siga evolucionando para equiparar derechos y deberes sin perder identidad de género – ni de uno ni de otro–, y que los cambios por venir nos acerquen en lugar de alejarnos.

Y que en nuestro mundo y en nuestro país, no haga falta que existan – Nunca Más – dolorosas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sino alegres madres y abuelas de todas las plazas de todos los meses del año.


        Con amor y fe
                     Silvia J. Lerner

EMPEZAR EL AÑO…

¡Qué frase!... ¡Como si fuéramos nosotros los que “empezamos el año”!.. Más bien creo que es el año el que nos empieza a nosotros. Y no lo hace el 1º de enero, no. En realidad el año nos empieza cuando retomamos nuestras actividades habituales. Cuando volvemos al estudio, al trabajo, a nuestra casa si la habíamos dejado. Y nuestras actividades cotidianas vuelven a ponernos en roles y actitudes que habíamos suspendido, quizá, durante las vacaciones.
A veces no nos tomamos vacaciones, y entonces el año no termina ni empieza. Vivimos un tiempo subjetivo, un año de más de setecientos días… Y nos falta no sólo el descanso y la distracción, sino la posibilidad de ser y sentir distinto por un tiempo.

En realidad, me gusta la idea de que sea uno el que empieza el año, porque permite trabajar sobre la actitud y la energía que se imprime. Creo que el modo de empezar las cosas condiciona, aunque no determina su desarrollo posterior.

Por otro lado, este es un año que se ha presentado con augurios de crisis y catástrofes. El mundo entero está convulsionado por la caída de los grandes capitales. Tiemblan las estructuras económicas del llamado “Primer Mundo” y el temblor se expande conmocionando… los otros mundos. Como el nuestro, por ejemplo.
Y detrás del nuestro hay otros, algunos tan periféricos, tan lejanos de ese “Primer Mundo”, que su situación apenas puede empeorar. (¿Cuánto peor se puede vivir en Liberia, Chad, Ruanda o Etiopía?... Y, por supuesto, hay muchos otros que nombrar.)

Empieza el año lectivo, activo, laboral… El año nos empieza… Yo empiezo, tú empiezas, él o ella empiezan, nosotros…
Empezamos con incertidumbre, con miedo, con restricciones y reticencias. El miedo a lo que vaya a pasar está logrando que pase. Me pregunto si todas las recomendaciones que nos llegan de ahorrar, restringir, cerrar, controlar los gastos, las inversiones… están realmente hechas para nosotros y de buena fe. O están destinadas a sumarnos a la crisis, ya que si todos evitamos gastar, contratar, comprar, también colaboramos al cierre de fuentes de trabajo y de ingresos genuinos.
Sé muy poco de economía, mucho menos de Macroeconomía. Pero, como la mayoría, necesito algunas explicaciones y hago mis propias lecturas. Que quedan abiertas a nuevas sugerencias e ideas…


¿Cómo quiero empezar el año? Encontrando una fuente de paz y confianza que me permita atravesar con sensatez este momento, que –para algunos intérpretes de esta actualidad–, significa la oportunidad de nivelar los distintos mundos de manera que comprendamos de una vez que es imprescindible dejar de pensarnos en jerarquías: primero, tercero… después de todo ¿qué mundo puede ser este si está subdividido en tantos mundos separados?
SJL ©